23.11.07

Teresa pone la mesa

Un impresionante relato, que puede estar ocurriendo al lado tuyo también.

Teresa pone la mesa...
Miguel Angel Rojas García
miguelrojas28@hotmail.com

“Teresa pone la mesa…”
Ser mujer en el corazón de Nicaragua…

“Mi nombre es Teresa. Me duele el costado, me duele el alma… pero no debo ser perezosa. Llevo tiempo conversando con la almohada, la única que me escucha, la única que siente lo que siento… No quiero hacer ruido, no quiero despertarlo… Enciendo el candil y en silencio recojo una a una las cacerolas puestas para recoger el agua que brota de las goteras del techo.

Estamos en época de lluvias y la leña está mojada. Me costará tanto encender el fogón… pero no debo ser perezosa. Aun quedan varias horas para que salga el primer rayo de sol así que tendré tiempo de moler el grano y hacer la tortilla de maíz que tanto le gusta a Chepe.

Me duele el costado, pero el costado no se ve, me duele el alma… Que despistado es este Chepe, ayer se pasó la tarde bebiendo guaro (licor de caña) y se ha dejado todos los botellines por el suelo. Esos cristales… los recogeré antes de que se corte alguien… tuve suerte de que fallara el golpe. Si solo le dije que no me llega para comprar más que frijoles y arroz. No le puedo hablar de reales, se pone enfermo… Si me dejara trabajar… Antes si que era dura la vida…

Recuerdo que siendo niña mi madre se pasaba el día llorando y siempre me abrazaba porque decía que al sentirme le desaparecían los dolores y las penas. Ella si que trabajaba y además tenía que soportar sin motivo los golpes de mi padre. Ella siempre me dijo que no tenía a nadie en el mundo más que a mí. Había días que mi padre no venía por casa, también noches. Sabíamos que había otras, pero mi madre no era celosa. Chepe tiene su carácter, pero me quiere. Nunca me lo ha dicho, pero lo sé. Él solo me pega lo normal, cuando me vuelvo perezosa, y es que a veces me duele el alma… A veces cuando se enfada pasa algunas noches sin venir por casa.

Mi pastor me aconseja que no lo deje porque Dios nos unió con un propósito, y mi misión en esta vida es vivir junto a él, criar a mis hijitos y ser una buena esposa. La mujer fue creada de una costilla de Adán para que este no se sintiera solo y ayudarlo en sus tareas. Es mi pastor y yo lo creo.

¡¡No me gusta nada esta tos¡¡, debería llevar a mi hijita al doctor… pero queda tan lejos y los caminos están inundados… hace dos semanas que no pasa el autobús que viaja a Malpaisillo. Él siempre se queja de que si hubiese sido macho no se enfermaría tanto. La compara con nuestro hijito Juan. Lo acompaña con frecuencia a la siembra, es un niño muy fuerte y ha salido a su padre. En el colegio no hacia nada de provecho y en el campo se está haciendo un hombrecito.

Yo lo único que pido es que nunca le de por beber guaro. El guaro vuelve loco a los hombres. Chepe se transforma cada vez que bebe, deja de ser él. Es cuando más me pega. Pero si no fuera por eso… Además, conozco a mujeres de la comunidad que están mucho peor.

El tiempo pasa rápido. Ya casi es de día… la tortilla de maíz con frijoles está lista y la mesa ya está puesta y la casa recogida. Tiene mal despertar. Nunca me habla por las mañanas. Ahí viene… pero… te cortaste… ¡¡lo siento Chepe!!, ¡recogí el suelo, pero ese cristal no lo ví…!, ¡¡¡no Chepe, no quería hacerlo… no me des en el costado… los niños están oyendo¡¡¡¡¡ , ¡¡¡me duele el alma¡¡¡”

En el mismo instante en que usted lee estas líneas hay millones de mujeres que, como Teresa, están sufriendo violencia en el hogar. Nicaragua, España, el Mundo… en todas partes… cambia el escenario, pero el problema es siempre el mismo. Mientras más personas rechacemos estos actos más rápido será el cambio social. Es un cambio lento pero posible.

Miguel Ángel Rojas García
Psicólogo y miembro de la Agencia Española
de Cooperación Internacional en Nicaragua (2005)

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