16.11.07

Diario de Noticias de Álava

Tribuna Abierta

El día de la violencia en las relaciones íntimas

por josé cáceres carrasco

EN pocos días se conmemora, una vez más, el día de la violencia de género, aunque la violencia no tiene género. Se ha intentado remover conciencias, se han dictado leyes, reformado y contrarreformado las mismas, intentando desarrollar pautas de actuación eficaces, creyendo, seguramente, ir en la dirección correcta. Pero la realidad sigue tozuda. Las mujeres muertas a lo largo de los últimos años han sido: 65 en 2003; 69 en 2004; 52 en 2005; otra vez 62 en 2006 y ¿62? (no sé cuanto habrá cambiado el dato, desde que escribo hasta que se publican mis reflexiones) lo que va de 2007. No se incluyen otras personas muertas.
Las denuncias por estas mismas causas también se mantienen constante o se han incrementado ligeramente: 50.088, en 2003; 57.527 en 2004; 59.758 en 2005; 57.454 en 2006; (pero ¿cómo interpretamos esta cifra?, ¿como un éxito porque indica la existencia de una mayor concienciación del problema -que no es poco- o como un fracaso, porque es la prueba fehaciente de que el fenómeno no cesa?).
Parece haberse venido actuando bajo la lógica del observador externo comprometido, que está convencido del "si te pega no te ama…". Pero nos hemos negado a prestar atención e interpretar otros signos, igualmente claros, que tienen que ver con el factor humano:
- Si el número de denuncias crece, también lo hacen las que no se sustentan o activamente se retiran. En el Estado sólo el 41,7% de los casos que se inician ven completada su tramitación (Consejo General del Poder Judicial). ¿Es por pena, por miedo, por desconfianza en la Justicia o por otras motivaciones?
- ¿Qué significan las visitas vis a vis en las cárceles? ¿Son sólo signo de dependencia emocional?
- ¿No habrá una discrepancia entre el mensaje que subyace a la denuncia explícita (¡"que no me pegue más"!) y las demandas implícitas, bajo el peso de la ambivalencia de la persona que sigue esperando que su relación prospere como a él/ella le gustaría que fuere?
Se insiste en algunos matices obvios como la edad del agresor y la víctima (predominan entre 30 y 50 años); el tipo de relación existente entre ambos (relación íntima, presente o pasada, en el 79% de los casos); las fechas (períodos vacacionales o postvacacionales -"¡porque no nos aguantamos!"- o a los pocos días de la aparición en la prensa de un nuevo caso, sugiriendo un posible efecto de modelado ); números de denuncias presentadas anteriormente (en el 29,20% ya había habido una denuncia previa y en el 20,8 se habían acumulado dos denuncias anteriores); comunidades autónomas (siendo las proporciones más altas en Islas Baleares, Asturias y Murcia -0,3 por 100.000 habitantes, aproximadamente-; la condición de emigrantes (un alto porcentaje de episodios violentos -70,5%- tanto agresor como víctima son aborígenes, el 18,2% ambos son extranjeros; en el resto de los casos se trata de parejas mixtas).
Pero se tiene poco en cuenta señales más sutiles, pero igualmente importantes: que el conflicto y la mala gestión del mismo, tanto en hombres como en mujeres, en parejas heterosexuales y homosexuales:
a) Es un factor determinante importante, aunque no sea el único.
b) Sigue siendo el principal indicador de riesgo de recaída en ciclos de violencia en el futuro.
c) En nuestro país, la proporción de mujeres muertas durante el proceso de separación sigue siendo de los más altos de nuestro entorno.
A pesar de ello se sigue invirtiendo en medios policiales y judiciales pero muy poco en:
a) Programas de prevención que pongan de manifiesto a los que empiezan la bomba de relojería en que puede convertirse una relación mal llevada, y que quizá no todos/as están bien preparados para embarcarse en tal empresa.
b) Programas de remediación que potencien: la percepción del riesgo real y estrategias a seguir en situaciones de emergencia; habilidades para gestionar el conflicto y resolver problemas, de manera mutuamente aceptable y no impuesta; y que pongan freno a la escuela con menor grado de fracaso escolar y las lecciones que damos a nuestros hijos, los maltratadores de mañana.
c) Programas que faciliten la disolución del vínculo afectivo, cuando ya no queda otro remedio.
De esto poco o nada se ha hecho. (Todo lo contrario: se ha cortado alguna que otra iniciativa. Doy fe.)
Quizás algunos piensen que las medidas aquí propuestas, lo único que conseguirán sea animar a las parejas a tomar iniciativas condenadas al fracaso. Pero no debemos olvidar que, aun sin este supuesto ánimo nuestro, las parejas, quizá con un exceso de voluntarismo y poco apoyo externo, ya lo intentan por su cuenta ¡y riesgo! ¿No será que las señales sutiles mencionadas más arriba son sólo un reflejo del pánico que les embarga al anticipar que su familia, "lo que más les importa en esta vida…" se va a ver amenazada con un padre "entre rejas" y una madre en el hospital o a dos metros bajo tierra...?

* Psicólogo clínico

No hay comentarios: