18.12.07
¿NOS CALLAMOS?
A CALLARSE...
Ahora contaremos doce
y nos quedaremos todos quietos.
Por una vez sobre la tierra
no hablaremos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.
Sería un minuto fragante,
sin prisas, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en una inquietud instantánea.
Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas,
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.
Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían su traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.
No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva.
La vida es solo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.
Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.
Ahora contaré hasta doce
y tú te callas y me voy.
PABLO NERUDA, en el poemario Estravagario
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5 comentarios:
La verdad es que con esta entrada ("A callarse") es difícil escribir nada...Vale, me callo.
Besos
Precioso,gracias Ritxar.
También de Neruda:
“Y si no das más, tan solo encuentra lo que hay en tus manos, piensa que dar amor nunca es en vano. Sigue adelante sin mirar atrás.”
Un abrazo a todos/as.
Gracias por la poner pesía en nuestras vidas............
y tu me lo preguntas? poesía eres tú
Besos
"Yo conjuro así la soledad: limo su aspereza
con persistencia de marea o de encina ardiendo.
Nombro lo de fuera y se pueblan mis adentros, hogares
donde eclosiona la alegría de reconocerme
vulnerable, inmersa en esta vida
que me dibuja mientras me devora."
Escrito por la amiga de una buena amiga.
Que paseis una feliz navidad o que paseis felizmente de la navidad. Lo que cada cual prefiera...
Qué lindo, poesía en vuestro blog!!. Gracias Ritxar!!
Él lo escribió para vosotros. También.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Miguel Hernández
Era confiado y no aguardaba daño. Creía en los hombres y esperaba en ellos. No se le apagó nunca, no, ni en el último momento, esa luz que por encima de todo, trágicamente, le hizo morir con los ojos abiertos. Vicente Aleixandre a Miguel Hernández
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