Es posible que este título les recuerde al de una película que habrán visto multitud de ocasiones, Mujercitas, basada en la novela que la americana Louisa M. Alcott escribió en 1868. En ella, mi personaje favorito era Josephine, interpretada en el cine por la Hepburn en 1933, que rehuía de un estereotipado concepto de feminidad y se permitía relacionarse con los hombres de igual a igual, denostaba al matrimonio como objetivo único en la vida de una mujer y era tan “lanzada” que hasta se cortaba su frondosa melena; un posible guiño filial de la autora con el incipiente movimiento feminista. La nueva versión no censurada de aquella novela descubre, por lo visto, una Jo mucho más beligerante y activista que la que nos mostró el cine.
Hace pocos años otra película, Billy Elliot (2000), nos acerca a la personal lucha que mantiene un niño británico con su padre, un minero viudo, por su ferviente deseo por aprender ballet, abandonando las clases de boxeo que éste le paga con gran esfuerzo. El niño no entiende que la danza sea cosa de mujeres, y menos aún, que le llamen marica por disfrutar de su vocación.
El pasado jueves, quienes asistieron en Artium a la charla abierta a cargo de Daniel Leal, Hilario Sáez y Xabier Odriozola (coordinadores de grupos de hombres por la igualdad), comprendieron por qué los 150 años de lucha del movimiento feminista, quizás también los 38 del movimiento por la liberación gay, y la denuncia ciudadana de los últimos años contra los numerosos casos de violencia de género, entre otras razones, han tenido algo que ver en el despertar de un nuevo movimiento social que debate sobre el papel del hombre contemporáneo. El masculinismo podría ser –en ello confío-, la nueva revolución que coloque al siglo XXI en el mapa de la Historia. Su contribución a la Igualdad, aún incipiente, se valorará en la medida en que los hombres seamos capaces de deconstruir ese rol, basado en una injustificada superioridad, que la historia nos ha obligado a desempeñar, perjudicando no sólo a las mujeres sino también a nosotros mismos. Si durante la lucha feminista las mujeres se vieron obligadas a luchar solas, sería de agradecer que en esta ocasión ayudaran a replantearse el camino a estos nuevos hombrecitos.
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