25.1.09

Paralelismos




Me pareció este un artículo interesante, que no se porque me trajo a la memoria el tema de la ablación, la eliminación de tejido de cualquier parte del los genitales femeninos por razones culturales, religiosas , etc. Este artículo completaba a otro El dilema de la circuncisión que podéis leer clicando en el hipervínculo

Historias del prepucio
24.01.09 -
F. APEZTEGUIA
| BILBAO
El Correo

La historia de la circuncisión es la historia de la Humanidad. Conserva capítulos curiosos, casi todos muy sangrantes y muchos excesivamente crueles. Al parecer, comenzaron a introducirla las tribus aborígenes de Australia en el año 10.000 antes de Cristo como una forma de rito iniciático a la pubertad.
A Occidente llegó de la mano de las religiones judía, musulmana y, en menor medida, cristiana. Los judíos lo vinculan a un pacto con Dios que data de tiempos de Abraham. El mundo de la salud se hizo con ella mucho más tarde, allá por el siglo XIX, cuando los médicos de Estados Unidos vieron en ella la panacea para una amplia gama de enfermedades, como la parálisis y la terapia para el control de las conductas antisociales.
Trofeo de guerra
Peter Aggleton escribe en la revista digital 'Letra' que uno de los bajorrelieves del sarcófago de Ankhmanor, en las excavaciones egipcias de Saqqara, la muestra como un ritual previo al ingreso en el sacerdocio. La escena revela que, al menos, uno de los hombres es obligado por la fuerza al recorte de su pene.
Las páginas de la Historia también recogen lo que le pasó «al joven Warren Hastings» en India hace más de dos siglos. Lo relata Bud Berkeley, autor del libro 'Foreskin (Prepucio)' y fundador de la Asociación de No Circuncidados de América: «Junto con 300 de sus colegas trabajadores británicos en Cozimbazzar, en India, el joven Warren de 24 años fue desnudado, sodomizado, masturbado y públicamente circuncidado por las tropas mongoles que devastaron el puesto de avanzada británico. Warren -continúa el relato- observó horrorizado como su prepucio era llevado en una bolsa que contenía otros 300 prepucios recién cortados, trofeos todos ellos para los mongoles musulmanes. El larguirucho afeminado Hastings, quien más tarde sería uno de los estadistas coloniales británicos más prominentes, refirió así su propio suplicio: 'A mí, personalmente, me tallaron'».

La saja del prepucio como trofeo de guerra venía de atrás y aún hoy se sabe que se practica. Un equipo médico de Barcelona fue noticia el pasado mes de junio porque logró reconstruir un pene con sensibilidad a un joven senegalés de 26 años, víctima de la Guerra Civil de Costa de Marfil. Pero volvamos un poco más atrás.
En tiempos de guerras santas, los prepucios arrancados a los infieles estaban considerados como trofeos de guerra. El código marcial del imperio mongol establecía que un guerrero subía de rango en función del número de prepucios que se traía del campo de batalla. Y al revés. Según Berkeley, los circuncidados estaban tan bien considerados que en 1686 el entonces gobernador de la compañía de India Oriental envío a dos negociadores a la corte mongol.
«Nos recibieron con nuestras manos atadas con un cordel, y el Gran Mongol nos escoltó hasta una habitación privada, donde dio la orden a un eunuco de que nos desnudara. Quedó satisfecho al ver que los dos estábamos circuncidados (...) Ordenó entonces que se nos desatara y se nos tratara como hombres de honor».
El artículo seguía, pero en un tono… marcadamente dominguero,…. y ahí perdí el interés.

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